jueves, 29 de septiembre de 2016

ARTESANIAS DEL PERÚ

Tipos de Artesanía en el Perú

Cerámica

Los trabajos de artesanía hechos en cerámica se hacen desde que el hombre llegó a dominar el fuego y ocupan la segunda opción de producción después de la tejeduría. De este modo, en su libro Educación por el arte, Juan Villacorta Paredes nos dice:
“El arte de la cerámica en el Perú, es una de las manifestaciones creativas de larga tradición. La cerámica preincaica, por ejemplo, es una de las más perfectas que se hayan realizado en el mundo, por la fina calidad de su materia, por la técnica y la originalidad de su concepción. Los huacos realizados por los antiguos peruanos, de variadísima morfología y coloración, constituyen hoy joyas de arte de incalculable valor… La cerámica profana, religiosa, y decorativa ha alcanzado siempre carácter de gran originalidad y perfección.”
Cuando llegaron los españoles se produjeron cambios formales; se comenzaron a utilizar nuevas técnicas y materiales, así como también la temática varió durante los primeros tiempos de la Conquista. Mientras que en la época colonial tuvieron lugar varias etapas de transición, como lo evidencian los ceramios con vidriados verdes y ocres amarillos.
Por otro lado, a pesar que se trató de “extirpar idolatrías”, de manera abierta durante la Colonia y de un modo tanto disimulado como efectivo durante la República, se puede observar sobre todo en la cerámica la vigencia de las religiones antiguas. Ejemplos claros de esto los podemos encontrar en los grupos tribales de la selva y en la adoración a la Pacha- mama, madre tierra, en la zona andina.
Finalmente, se puede decir que, al menos en el caso de la cerámica, actualmente el arte popular sigue la tradición creadora de nuestros antepasados.

Imaginería

 

 
 
En su libro póstumo Historia y tradición: Ayacucho, Cusco y Puno, editado por el IDESI y el BID el año 2004, el doctor Juan José Vega dice lo siguiente sobre la imaginería:
“[…] en realidad es la talla o pintura de imágenes sagradas… En los primeros años de la Colonia (siglo XVI), nuestros primeros imagineros nativos aprendieron en los talleres de los maestros traídos de Europa por los religiosos españoles. Entre ellos destacaron el escultor jesuita italiano Bernardo D. Bitti, quien se afincó unos años en Cusco, donde enseñó pintura y escultura. Otro artista sevillano fue  Pedro de Vargas, también jesuita. Juan de Mosquera, español y jesuita, diestro en esculturas policromadas, fue quien trajo la técnica el modelado con tela y pasta policromada. Pasado algún tiempo, los maestros pintores europeos y los alumnos indígenas se alejaron de esta influencia de las estampas traídas de fuera y crearon un arte propio, especial en recamados dorados, detalles de ángeles con alas de oro, arcángeles con fusiles y adornos de colores cusqueños. Casi todas estas obras fueron anónimas. Solo se conocen algunas firmas como la de Diego Quispe Tito encontrada en algunos cuadros religiosos; a Juan Espinoza de Monteros, autor de los cuadros de Santa Catalina; Marcos Zapata y Ciprian Gutiérrez, autores de los cuadros de la Compañía; también la de Marcos Sepacacot, Sinchi Roca y pocos más”.
Asimismo, los artistas llegados de Italia, España y Holanda desarrollaron, junto con los artistas indígenas, una Escuela Cusqueña que se expandió también hacia Lima y Quito.
De este modo, podría decirse que la imaginería se desarrolló,en la época de la colonia, alentada por la intensa vida religiosa que había entonces. Aunque también en nuestros tiempos, ya no debido a motivos religiosos sino comerciales, ésta ha vuelto a tener renombre, siendo los trabajos mayormente confeccionados en pasta, así como en materiales fugaces y manuables como papel, anilinas, cola y purpurina; los cuales suelen llamar mucho la atención de los turistas.

Metalistería

 
 
Desde sus comienzos el hombre peruano trabajó metales como el oro, la plata, el platino, el cobre y el estaño. Elaborando máscaras de uso funerario, pinzas, pectorales, orejeras, cuchillos, narigueras, vasos antropomorfos de una sola pieza, trompetas, anillos, adornos, cuentas para collares, planchas para decorar templos, pendientes, agujas, estólicas, herramientas de labranza, así como también una gran variedad de objetos y figurillas escultóricas.
Siendo así que, para extraer cualquier mineral del interior de la tierra, hasta el día de hoy el minero artesanal hace una ofrenda al Muqui o deidad andina.
Por otro lado, las obras más antiguas que conocemos de nuestros antepasados son de oro martillado, esto debido a la maleabilidad de este material. Ya cuando obtuvieron la aleación conocida como chanpi (bronce), con 90% de anta (cobre) y 10% de chanpi (estaño), pudieron utilizarla y forjarla para elaborar herramientas y armas.
Tiempo después, durante la Colonia, los españoles introdujeron nuevas formas de trabajar los metales, así como también se modificaron otras anteriores.Por ejemplo, se introdujo el uso de la hojalata, propio de la cultura morisca, formas y funciones que se mantienen hasta la actualidad.
De igual modo, en las ciudades se establecieron gremios de artesanos. Es más, algunas calles del centro de Lima aún conservan los nombres de algunas de estas agrupaciones, como “Plateros de San Pedro” y “Plateros de San Agustín”, las cuales integraban la hermandad de San Eloy, su patrono, quien aún el día de hoy tiene capilla en la Iglesia de San Agustín.

Mascarería

 
 
En su libro Historia y tradición: Ayacucho, Cusco y Puno, el doctor Juan José Vega escribe a cerca de las Máscaras:
“Las máscaras pertenecen a las etapas aurorales del Perú, tal como puede observarse en las pinturas rupestres… Las máscaras son objetos artísticos, que sólo se usan en determinadas ocasiones, en ciertas fiestas por ejemplo. Tal vez sea la más antigua de todas las artesanías.”
De igual manera, Arturo Jiménez Borja, médico estudioso del folklore nacional y dueño de una de las colecciones más importantes de máscaras, señala que:
“[...] éstas transfiguran al portador: la personalidad del hombre desaparece y solo queda viva y presente la del representado, sea animal, espíritu o demonio. El enmascarado salta, patea, aletea y corre como animal si está ataviado de oso, cóndor, llama, mono o tigre; camina majestuosamente si representa un espíritu poderoso o un demonio altivo.”
Por otro lado, en el Perú, así como existieron mascarillas funerarias, las hubo también de carácter guerrero, religioso, decorativo, las cuales como consecuencia del mestizaje se fueron mezclando y vinculando en su esencia.
Es así que para Jiménez Borja, las máscaras tienen su papel más importante y poderoso en las fiestas. Sin ellas, éstas son sólo un jolgorio; pero una vez que los danzantes se las ponen, las fiestas entran por un sendero más allá de la realidad. Formando Máscaras, vestidos, danza y música un todo único e indivisible que reafirma la identidad cultural de la comunidad.

Mates Burilados

 
 
El mate burilado es una de las formas más antiguas de hacer artesanía en el Perú. Siendo así que el arqueólogo JuniusBird pudo encontrarlos en excavaciones en Huaca Prieta (Chicama). En los pueblos preincaicos e incaicos tuvieron mucha difusión, siendo usados en las ceremonias religiosas, por la nobleza y por el pueblo.
Más adelante, en la época colonial, Huanta en Ayacucho, fue el lugar más importante donde se hicieron trabajos en mate burilado. La influencia hispano-árabe se evidenció a través de las decoraciones florales, semejando cenefas de tipo español y con remates de rosetones de estilo mudéjar, en las bases superiores e inferiores del mate. Asimismo, en esta época, el mate burilado tuvo también aplicaciones prácticas, confeccionándose azucareros artísticos y distintos objetos de vajilla. La temática en esta etapa huantino-ayacuchana es muy variada: incluyendo entre sus variantes la vida en el campo y del pueblo, la siembra, la cosecha, la trilla, las fiestas y los temas históricos; así como también mostrando los templos, plazas, fiestas religiosas y ferias.
Tiempo después la práctica de trabajos en mate burilado se trasladó a Huancayo, fijándose principalmente en los pueblos de Cochas Chico y Cochas Grande. Dicho oficio fue llevado por los buriladores ayacuchanos, quienes se trasladaban a las ferias de Huancayo para vender su mercadería. Siendo así que en Huancayo se han formado familias de buriladores de mate por generaciones. El mate burilado de Huancayo se caracteriza por su decoración esencialmente indígenay folklórica. Mostrando escenas festivas de gran realismo. Así como estampas de la Chonguinada, el Huaylas y el Santiago. Cabe señalar además que no utilizan dibujos o esquemas como bases para determinar las figuras y agrupaciones, es decir los hacen directamente en el buril mostrando una maestría admirable.

Retablos

 
 
En su trabajo Retablos Andinos, el doctor Pablo Macera nos explica la importancia de los retablos en el desarrollo de los pueblos andinos:
“Retablo es un nombre culto, aplicado muy tarde (entre 1940-50) primero a los Cajones de San Marcos de Ayacucho y después a productos similares hechos en otras provincias altas del Perú. En cuanto a lo occidental, la mayoría acepta una filiación que conduce a los retablos flamencos y peninsulares hasta los primeros retablos andinos. Don Joaquín LópezAntay a sus 92 años sería bisnieto de los santeros españoles del Medioevo y el Renacimiento. Ese retablo primero europeo y después colonial, fue una decisiva invención plástica. Formaba parte de una serie relacionada con las fachadas y los altares… De estos altares fachadas con sus diferentes hornacinas se desprendió el retablo ambulatorio. Al ocurrir la conquista europea del Perú (siglo XVI) este proceso se encontraba ya plenamente desarrollado y se incorporó al equipo religioso del colonizador. Como en España, estos retablos extendieron aquí la influencia cristiana más allá de los límites físicos de la parroquia y redoblaron la eficacia de los cultos al privatizarlos. Esos retablos forman así pequeñas unidades de acción religiosa que creaban un espacio consagrado en los interiores domésticos. De hecho fueron así el instrumento más adecuado para la catequesis de una enorme masa campesina que en los Andes no había sido nucleada suficientemente por las reducciones de Toledo. Al mismo tiempo, sin embargo, como también ocurrió en el mundo rural de occidente, estos retablos debilitaron el poder central de la Iglesia. Cada retablo era una ocasión religiosa fuera de control eclesiástico. El dueño de un retablo podría celebrar actos cúlticos sin temor alguno. No resulta extraño, por eso, que figure con frecuencia en las mesas de los Wamanis andinos y que motive festividades (herranzas) que se apartan sensiblemente de los patrones ortodoxos.”

Talla

 

 
 
En primer lugar habría que señalar que con respecto a la talla se trabajan tradicionalmente tres materiales: hueso, piedra y madera.
De este modo, con el hueso se elaboran chupadores, artefactos en forma de pinches usados en la región andina para extraer la materia alcalina destinada a macerar la bola de hojas de coca. De igual forma se hacen también ganchillos o crochets con diseños de colores o incrustaciones de otro material. Así como también muchas quenas eran hechas con las tibias humanas.
Por otro lado, la piedra se trabajó en cantería, obras escultóricas y herramientas. Altas culturas como Chavín, Tiahuanaco, Wari e Inca dominaron su uso, de lo cual son un testimonio las edificaciones prehispánicas diseminadas por todo el territorio peruano.
Asimismo, gracias al uso de obras de cantería, durante la Colonia se construyeron casas solariegas, iglesias y edificaciones militares. El barroco español campeó en la edificación de templos. En varios casos los peones y albañiles eran indígenas, lo que dio lugar a un mestizaje cultural bastante sui generis.
Varios años después, durante la Independencia y la República se produjo una apertura a otras naciones y se recibieron otras influencias, como la francesa por ejemplo. Siguiéndose un estilo neoclásico, el cual se hizo notorio en la artesanía popular, sobre todo en los trabajos realizados en piedra de Huamanga.
Finalmente, la madera se usa, igualmente, desde tiempos muy antiguos, lo cual se puede apreciar en las tallas de todas las culturas prehispánicas. Hoy en día se usa para confeccionar máscaras, juguetes, utensilios de cocina, lanzas, flechas, canoas, imágenes de santos, manguarés y un sinnúmero de formas más.

Tejeduría

 

 
 
El arte textil es quizás la manifestación artesanal más importante del Perú. Juan José Vega, en su mencionado libro póstumo “Historia y tradición: Ayacucho, Cusco y Puno”, nos manifiesta lo siguiente:
“Los antiguos peruanos realizan las piezas más asombrosas de la manufactura textil de todos los tiempos. Destaca la de Paracas, aunque es menos conocido el hecho de que allí el Perú alcanza una marca mundial; en uno de los mantos, rico en tonalidades, la conocida especialista, Lita O’Neil pudo reconocer 190 colores y matices, variedad inigualada en la historia mundial del arte. Por otra parte, el famoso investigador JuniusByrd logró contar 398 hilos por pulgada en un finísimo manto de la cultura Chincha.”
Es así que los textiles incaicos tuvieron una proverbial riqueza, considerados entre las grandes maravillas de la antigüedad. Se tejió en casi todo material que había a la mano: con pelo finísimo de vicuña, de llama, de alpaca, vizcacha, murciélago, con plumas, con chaquira de cobre, de oro y de plata. Incluso con cabellos humanos.
Sobre estos ropajes incas, el cronista Martín de Murúa describe algunos que cabían en un puño de puro finos y añade que los más notables eran los que mezclaban plumaje multicolor, lentejuelas de oro y plata, así como diversas chaquiras sobre telas de vicuña. Por su parte, Cieza de León dice que muchos de esos “uncos” (túnicas) lucían “argentería y esmeraldas y turquesas y otras piedras preciosas”, todo bellamente dispuesto, con ese extraordinario gusto por la armonía de colores contrastados que todavía muestran los tejidos quechas en el Perú de nuestros días.

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