Tipos de Artesanía en el Perú
Cerámica
Los trabajos de artesanía hechos en cerámica se hacen desde que el
hombre llegó a dominar el fuego y ocupan la segunda opción de producción
después de la tejeduría. De este modo, en su libro
Educación por el arte, Juan Villacorta Paredes nos dice:
“El arte de la cerámica en el Perú, es una de las manifestaciones
creativas de larga tradición. La cerámica preincaica, por ejemplo, es
una de las más perfectas que se hayan realizado en el
mundo, por la fina calidad de su materia, por la técnica y la
originalidad de su concepción. Los huacos realizados por los antiguos
peruanos, de variadísima morfología y coloración, constituyen
hoy joyas de arte de incalculable valor… La cerámica profana,
religiosa, y decorativa ha alcanzado siempre carácter de gran
originalidad y perfección.”
Cuando llegaron los españoles se produjeron cambios formales; se
comenzaron a utilizar nuevas técnicas y materiales, así como también la
temática varió durante los primeros tiempos de la
Conquista. Mientras que en la época colonial tuvieron lugar varias
etapas de transición, como lo evidencian los ceramios con vidriados
verdes y ocres amarillos.
Por otro lado, a pesar que se trató de “extirpar idolatrías”, de
manera abierta durante la Colonia y de un modo tanto disimulado como
efectivo durante la República, se puede observar sobre todo
en la cerámica la vigencia de las religiones antiguas. Ejemplos
claros de esto los podemos encontrar en los grupos tribales de la selva y
en la adoración a la Pacha- mama, madre tierra, en la
zona andina.
Finalmente, se puede decir que, al menos en el caso de la cerámica,
actualmente el arte popular sigue la tradición creadora de nuestros
antepasados.
Imaginería
En su libro póstumo Historia y tradición: Ayacucho, Cusco y Puno,
editado por el IDESI y el BID el año 2004, el doctor Juan José Vega dice
lo siguiente sobre la imaginería:
“[…] en realidad es la talla o pintura de imágenes sagradas… En los
primeros años de la Colonia (siglo XVI), nuestros primeros imagineros
nativos aprendieron en los talleres de los maestros
traídos de Europa por los religiosos españoles. Entre ellos
destacaron el escultor jesuita italiano Bernardo D. Bitti, quien se
afincó unos años en Cusco, donde enseñó pintura y escultura. Otro
artista sevillano fue Pedro de Vargas, también jesuita. Juan de
Mosquera, español y jesuita, diestro en esculturas policromadas, fue
quien trajo la técnica el modelado con tela y pasta
policromada. Pasado algún tiempo, los maestros pintores europeos y
los alumnos indígenas se alejaron de esta influencia de las estampas
traídas de fuera y crearon un arte propio, especial en
recamados dorados, detalles de ángeles con alas de oro, arcángeles
con fusiles y adornos de colores cusqueños. Casi todas estas obras
fueron anónimas. Solo se conocen algunas firmas como la de
Diego Quispe Tito encontrada en algunos cuadros religiosos; a Juan
Espinoza de Monteros, autor de los cuadros de Santa Catalina; Marcos
Zapata y Ciprian Gutiérrez, autores de los cuadros de la
Compañía; también la de Marcos Sepacacot, Sinchi Roca y pocos más”.
Asimismo, los artistas llegados de Italia, España y Holanda
desarrollaron, junto con los artistas indígenas, una Escuela Cusqueña
que se expandió también hacia Lima y Quito.
De este modo, podría decirse que la imaginería se desarrolló,en la
época de la colonia, alentada por la intensa vida religiosa que había
entonces. Aunque también en nuestros tiempos, ya no debido
a motivos religiosos sino comerciales, ésta ha vuelto a tener
renombre, siendo los trabajos mayormente confeccionados en pasta, así
como en materiales fugaces y manuables como papel, anilinas,
cola y purpurina; los cuales suelen llamar mucho la atención de los
turistas.
Metalistería
Desde sus comienzos el hombre peruano trabajó metales como el oro,
la plata, el platino, el cobre y el estaño. Elaborando máscaras de uso
funerario, pinzas, pectorales, orejeras, cuchillos,
narigueras, vasos antropomorfos de una sola pieza, trompetas,
anillos, adornos, cuentas para collares, planchas para decorar templos,
pendientes, agujas, estólicas, herramientas de labranza, así
como también una gran variedad de objetos y figurillas escultóricas.
Siendo así que, para extraer cualquier mineral del interior de la
tierra, hasta el día de hoy el minero artesanal hace una ofrenda al
Muqui o deidad andina.
Por otro lado, las obras más antiguas que conocemos de nuestros
antepasados son de oro martillado, esto debido a la maleabilidad de este
material. Ya cuando obtuvieron la aleación conocida como
chanpi (bronce), con 90% de anta (cobre) y 10% de chanpi (estaño),
pudieron utilizarla y forjarla para elaborar herramientas y armas.
Tiempo después, durante la Colonia, los españoles introdujeron
nuevas formas de trabajar los metales, así como también se modificaron
otras anteriores.Por ejemplo, se introdujo el uso de la
hojalata, propio de la cultura morisca, formas y funciones que se
mantienen hasta la actualidad.
De igual modo, en las ciudades se establecieron gremios de
artesanos. Es más, algunas calles del centro de Lima aún conservan los
nombres de algunas de estas agrupaciones, como “Plateros de San
Pedro” y “Plateros de San Agustín”, las cuales integraban la
hermandad de San Eloy, su patrono, quien aún el día de hoy tiene capilla
en la Iglesia de San Agustín.
Mascarería
En su libro Historia y tradición: Ayacucho, Cusco y Puno, el doctor Juan José Vega escribe a cerca de las Máscaras:
“Las máscaras pertenecen a las etapas aurorales del Perú, tal como
puede observarse en las pinturas rupestres… Las máscaras son objetos
artísticos, que sólo se usan en determinadas ocasiones, en
ciertas fiestas por ejemplo. Tal vez sea la más antigua de todas las
artesanías.”
De igual manera, Arturo Jiménez Borja, médico estudioso del folklore
nacional y dueño de una de las colecciones más importantes de máscaras,
señala que:
“[...] éstas transfiguran al portador: la personalidad del hombre
desaparece y solo queda viva y presente la del representado, sea animal,
espíritu o demonio. El enmascarado salta, patea, aletea
y corre como animal si está ataviado de oso, cóndor, llama, mono o
tigre; camina majestuosamente si representa un espíritu poderoso o un
demonio altivo.”
Por otro lado, en el Perú, así como existieron mascarillas
funerarias, las hubo también de carácter guerrero, religioso,
decorativo, las cuales como consecuencia del mestizaje se fueron
mezclando
y vinculando en su esencia.
Es así que para Jiménez Borja, las máscaras tienen su papel más
importante y poderoso en las fiestas. Sin ellas, éstas son sólo un
jolgorio; pero una vez que los danzantes se las ponen, las
fiestas entran por un sendero más allá de la realidad. Formando
Máscaras, vestidos, danza y música un todo único e indivisible que
reafirma la identidad cultural de la comunidad.
Mates Burilados
El mate burilado es una de las formas más antiguas de hacer
artesanía en el Perú. Siendo así que el arqueólogo JuniusBird pudo
encontrarlos en excavaciones en Huaca Prieta (Chicama). En los
pueblos preincaicos e incaicos tuvieron mucha difusión, siendo
usados en las ceremonias religiosas, por la nobleza y por el pueblo.
Más adelante, en la época colonial, Huanta en Ayacucho, fue el lugar
más importante donde se hicieron trabajos en mate burilado. La
influencia hispano-árabe se evidenció a través de las
decoraciones florales, semejando cenefas de tipo español y con
remates de rosetones de estilo mudéjar, en las bases superiores e
inferiores del mate. Asimismo, en esta época, el mate burilado
tuvo también aplicaciones prácticas, confeccionándose azucareros
artísticos y distintos objetos de vajilla. La temática en esta etapa
huantino-ayacuchana es muy variada: incluyendo entre sus
variantes la vida en el campo y del pueblo, la siembra, la cosecha,
la trilla, las fiestas y los temas históricos; así como también
mostrando los templos, plazas, fiestas religiosas y ferias.
Tiempo después la práctica de trabajos en mate burilado se trasladó a
Huancayo, fijándose principalmente en los pueblos de Cochas Chico y
Cochas Grande. Dicho oficio fue llevado por los
buriladores ayacuchanos, quienes se trasladaban a las ferias de
Huancayo para vender su mercadería. Siendo así que en Huancayo se han
formado familias de buriladores de mate por generaciones. El
mate burilado de Huancayo se caracteriza por su decoración
esencialmente indígenay folklórica. Mostrando escenas festivas de gran
realismo. Así como estampas de la Chonguinada, el Huaylas y el
Santiago. Cabe señalar además que no utilizan dibujos o esquemas
como bases para determinar las figuras y agrupaciones, es decir los
hacen directamente en el buril mostrando una maestría
admirable.
Retablos
En su trabajo Retablos Andinos, el doctor Pablo Macera nos explica
la importancia de los retablos en el desarrollo de los pueblos andinos:
“Retablo es un nombre culto, aplicado muy tarde (entre 1940-50)
primero a los Cajones de San Marcos de Ayacucho y después a productos
similares hechos en otras provincias altas del Perú. En
cuanto a lo occidental, la mayoría acepta una filiación que conduce a
los retablos flamencos y peninsulares hasta los primeros retablos
andinos. Don Joaquín LópezAntay a sus 92 años sería
bisnieto de los santeros españoles del Medioevo y el Renacimiento.
Ese retablo primero europeo y después colonial, fue una decisiva
invención plástica. Formaba parte de una serie relacionada con
las fachadas y los altares… De estos altares fachadas con sus
diferentes hornacinas se desprendió el retablo ambulatorio. Al ocurrir
la conquista europea del Perú (siglo XVI) este proceso se
encontraba ya plenamente desarrollado y se incorporó al equipo
religioso del colonizador. Como en España, estos retablos extendieron
aquí la influencia cristiana más allá de los límites físicos
de la parroquia y redoblaron la eficacia de los cultos al
privatizarlos. Esos retablos forman así pequeñas unidades de acción
religiosa que creaban un espacio consagrado en los interiores
domésticos. De hecho fueron así el instrumento más adecuado para la
catequesis de una enorme masa campesina que en los Andes no había sido
nucleada suficientemente por las reducciones de Toledo.
Al mismo tiempo, sin embargo, como también ocurrió en el mundo rural
de occidente, estos retablos debilitaron el poder central de la
Iglesia. Cada retablo era una ocasión religiosa fuera de
control eclesiástico. El dueño de un retablo podría celebrar actos
cúlticos sin temor alguno. No resulta extraño, por eso, que figure con
frecuencia en las mesas de los Wamanis andinos y que
motive festividades (herranzas) que se apartan sensiblemente de los
patrones ortodoxos.”
Talla
En primer lugar habría que señalar que con respecto a la talla se
trabajan tradicionalmente tres materiales: hueso, piedra y madera.
De este modo, con el hueso se elaboran chupadores, artefactos en
forma de pinches usados en la región andina para extraer la materia
alcalina destinada a macerar la bola de hojas de coca. De
igual forma se hacen también ganchillos o crochets con diseños de
colores o incrustaciones de otro material. Así como también muchas
quenas eran hechas con las tibias humanas.
Por otro lado, la piedra se trabajó en cantería, obras escultóricas y
herramientas. Altas culturas como Chavín, Tiahuanaco, Wari e Inca
dominaron su uso, de lo cual son un testimonio las
edificaciones prehispánicas diseminadas por todo el territorio
peruano.
Asimismo, gracias al uso de obras de cantería, durante la Colonia se
construyeron casas solariegas, iglesias y edificaciones militares. El
barroco español campeó en la edificación de templos. En
varios casos los peones y albañiles eran indígenas, lo que dio lugar
a un mestizaje cultural bastante sui generis.
Varios años después, durante la Independencia y la República se
produjo una apertura a otras naciones y se recibieron otras influencias,
como la francesa por ejemplo. Siguiéndose un estilo
neoclásico, el cual se hizo notorio en la artesanía popular, sobre
todo en los trabajos realizados en piedra de Huamanga.
Finalmente, la madera se usa, igualmente, desde tiempos muy
antiguos, lo cual se puede apreciar en las tallas de todas las culturas
prehispánicas. Hoy en día se usa para confeccionar máscaras,
juguetes, utensilios de cocina, lanzas, flechas, canoas, imágenes de
santos, manguarés y un sinnúmero de formas más.
Tejeduría
El arte textil es quizás la manifestación artesanal más importante
del Perú. Juan José Vega, en su mencionado libro póstumo “Historia y
tradición: Ayacucho, Cusco y Puno”, nos manifiesta lo
siguiente:
“Los antiguos peruanos realizan las piezas más asombrosas de la
manufactura textil de todos los tiempos. Destaca la de Paracas, aunque
es menos conocido el hecho de que allí el Perú alcanza una
marca mundial; en uno de los mantos, rico en tonalidades, la
conocida especialista, Lita O’Neil pudo reconocer 190 colores y matices,
variedad inigualada en la historia mundial del arte. Por otra
parte, el famoso investigador JuniusByrd logró contar 398 hilos por
pulgada en un finísimo manto de la cultura Chincha.”
Es así que los textiles incaicos tuvieron una proverbial riqueza,
considerados entre las grandes maravillas de la antigüedad. Se tejió en
casi todo material que había a la mano: con pelo finísimo
de vicuña, de llama, de alpaca, vizcacha, murciélago, con plumas,
con chaquira de cobre, de oro y de plata. Incluso con cabellos humanos.
Sobre estos ropajes incas, el cronista Martín de Murúa describe
algunos que cabían en un puño de puro finos y añade que los más notables
eran los que mezclaban plumaje multicolor, lentejuelas de
oro y plata, así como diversas chaquiras sobre telas de vicuña. Por
su parte, Cieza de León dice que muchos de esos “uncos” (túnicas) lucían
“argentería y esmeraldas y turquesas y otras piedras
preciosas”, todo bellamente dispuesto, con ese extraordinario gusto
por la armonía de colores contrastados que todavía muestran los tejidos
quechas en el Perú de nuestros días.